Un loco y su alumno aventajado

En la previa del enfrentamiento entre Athletic de Bilbao y Fútbol Club Barcelona, sus dos entrenadores se colmaron de halagos. No se debió a una simple cuestión de cortesía, o no únicamente a ello, tal y como suele ocurrir cuando Pep Guardiola se refiere a su próximo rival.

También con posterioridad a ese empate a dos que deja a los culés a tres puntos del Real Madrid hubo buenas palabras. Tampoco fue un detalle cuidado hacia la galería, sino una muestra real de admiración provocada por la mayor oda al fútbol llevada a cabo en lo que va de Liga.

Ciertamente, antes el Real Madrid había avasallado a un nuevo rival con un fútbol que es cada vez más alemán y preciosista, pero con todos los respetos hacia Osasuna, los pamplonicas no fueron rival por la obstinación de su entrenador con sus idearios.

Se amparan, quienes lo hacen, en que su ideario es un suicidio cuando se enfrenta a rivales mayores. En que salir al campo de batalla con el torso al descubierto es una valentía estúpida cuando se es consciente de la puntería del francotirador rival.

Él, sin embargo, no pliega. Si ha de morir, como dicta la razón, que sea con la personalidad con que ha vivido. Siendo fiel a sus principios, José Luis Mendilibar ha recibido esta misma temporada siete goles del Real Madrid y ocho del FC Barcelona. Anteriormente, cuando entrenaba al Real Valladolid, ya recibió seis de los culés y siete de los merengues por una fidelidad que algunos creen malentendida por el vasco.

Como entrenador, el de Zaldibar es único por varias y variadas razones. Sin embargo, no puede presumir de ser el único pertinaz, el único empecinado de ideario inamovible en las alabanzas y en las críticas.

Los dos entrenadores que tantas flores se enviaron antes y después del Athletic de Bilbao – Barça, Marcelo Bielsa y Pep Guardiola, como el míster osasunista, hacen gala en cada encuentro de un infatigable empeño similar.

La admiración que Pep y Bielsa se profesan proviene de un encuentro que ambos mantuvieron cuando el hoy técnico culé todavía no había comenzado su carrera en los banquillos. Seguro de que acabaría dedicándose a ello, viajó a Argentina en busca de entrenadores con los que compartir mesa y mantel o barra de bar.

Así, departió con Ricardo La Volpe, César Luis Menotti -el instigador de esa corriente de fútbol preciosista que es el menottismo y que ocupó hace años el banquillo en que ahora se sienta Pep-… y Marcelo Bielsa.

Mientras Menotti le animó a dedicarse a entrenar para encontrar alguien con quien repartir las críticas, Bielsa cuestionó las pasión que Pep mostraba por la profesión. Su encuentro en la casa del técnico, en Rosario, se prolongó durante más de once horas. En palabras del escritor y director David Prueba, amigo de Guardiola y testigo del encuentro, «allí hubo discusiones acaloradas, consulta al ordenador, repaso de técnicas, puesta en escena de posiciones…».

Tras tanto debatir, una pregunta formulada por el argentino, les unió para siempre. «¿Por qué usted, que conoce toda la basura que rodea al mundo de fútbol, el alto grado de deshonestidad de cierta gente, aún quiere volver ahí, y meterse además a entrenar? ¿Tanto le gusta la sangre?». Pep, sin musitar, reconoció: «Necesito esa sangre».

Desde entonces, hasta su enfrentamiento en La Catedral, no encontraron el momento y el lugar para volver a encontrarse. Para demostrarse el respeto y admiración adquiridos frente a frente.

Sí lo habían hecho en repetidas ocasiones vía telefónica. El hoy entrenador del Athletic, sin ir más lejos, es uno de los principales partícipes del fichaje de Alexis Sánchez por el FC Barcelona.

Pep, como ‘El Loco’, no concede entrevistas personalizadas. Ante el posible agravio que supondría atender más a medios con poder por encima de otros de menor relevancia, prefiere el agravio de someterse únicamente a las preguntas de los periodistas en rueda de prensa.

En ese entorno ambos se mueven como pez en el agua. No hay más que fijarse, como muestra, en las más de dos horas de duración de la conferencia de prensa en la que Marcelo Bielsa anunció su salida de la selección chilena por discrepancias con el nuevo presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Nacional de Chile.

Guardiola jamás se ha extendido tanto. Aún. Probablemente, el día que anuncie su salida del Camp Nou lo haga. Cuestión de honestidad. Para consigo mismo y quienes le rodean. Así lo hizo cuando anunció que dejaría de vestir la camiseta blaugrana, cuando afirmó querer dejarla en un momento álgido, y no en uno decadente.

Que habrá una segunda marcha es algo que quien conoce un poco a Pep sabe. El estrés al que se ve sometido, por la presión a la que él mismo se somete, desencadenará tarde o temprano en el ansia de nuevos retos. Cuando no se sienta cómodo, cuando algo en el entorno se enrarezca o lo enrarezca, volverá a irse.

Entonces hablará largo y tendido. Probablemente, no sólo de lo que pasa en el campo. También de lo que lo rodea. Bielsa así lo hizo en las dependencias de la federación chilena cuando dijo que sin feeling no hay bielsismo. Que tarde o temprano vaya a ser un punto común entre dos técnicos a nadie debe extrañar, teniendo en cuenta que la dimensión de ambos tiende a extenderse más allá del césped.

El intervencionismo de Marcelo Bielsa fue tan lejos en Chile que sin él no ha sido capaz de darse continuidad a un modelo de scouting vertebrado por sus enormes conocimientos sobre fútbol base, tanto en selecciones como en clubes. Su labor sirvió para terminar de profesionalizar las categorías inferiores chilenas, por metodismo y exigencias, pero aún se encuentra pendiente de perpetuarse por la ausencia del eslabón más importante de la cadena.

Pese a la gran confianza que Bielsa deposita sobre su equipo de trabajo, su puesto se encontraba tan arriba en la pirámide jerárquica de las selecciones chilenas que su idea pasaba por dirigir al conjunto sub-20 en las competiciones de la categorías previas a los Juegos Olímpicos, donde pretendía -en caso de lograr la clasificación- estar también en el banquillo.

Decir que Pep Guardiola ha sido pionero en el actual modelo de trabajo culé sería caer en una falacia. Restarle importancia a su forma de entender la base en todo el entramado barcelonista, una estupidez. Porque, cierto es, el trabajo de cantera en Can Barça se viene haciendo desde antes incluso que él fuese jugador profesional, pero si ha adquirido tal magnitud es en parte gracias a su continua apuesta por jugadores de la base.

Siguiendo una línea propia pero continuista, Guardiola ha hecho debutar a diecinueve jóvenes valores, cifra nada desdeñable teniendo en cuenta la continua exigencia de competición de un equipo tan acostumbrado a ganar. No todos han tenido -ni tendrán- continuidad, pero sirven como culmen de una forma de entender las categorías inferiores muy similar a la que Bielsa tiene.

Cuando el argentino llegó a Bilbao, después de rechazar otros banquillos quizá más apetecibles como los de el Sevilla o Inter, manejaba ya vídeos de informes de gran parte de la cantera bilbaína. Conocedor de la idiosincrasia del Athletic, buscó adaptarse al medio antes siquiera de tener la certeza de ir a ser su técnico.

A los valores hace tiempo se adaptó. Como Pep. Salido de La Masía, conoce de primera mano la labor que el FC Barcelona desempeña en la base. Y, sin embargo, también tuvo un proceso iniciador: la obligación de hacer para el filial una plantilla de veintidós jugadores con sólo seis entrenamientos para conocer a más de sesenta piezas, las formantes del recién descendido Barça B y del Barça C, desaparecido como consecuencia de la caída del segundo equipo a la tercera división.

Debió recordar las palabras de Bielsa después de aquel asado en Rosario. «Pep, a los buenos jugadores los vemos vos, yo y la mayoría de la gente. Pasa lo mismo con los jugadores malos. El mérito está en advertir y saber que el jugador normal va a ser bueno».

Acertó hasta tal punto que su equipo consiguió sin paliativos el ascenso para el que fue contratado, se convirtió en tan solo un año en entrenador del primer equipo y dos de los jugadores con los que contó, Pedro y Busquets, son hoy campeones del mundo y titulares en un once de gala que aspira a surtirse de un modelo de cantera llevado a la máxima expresión (véase La Masía, como un laboratorio).

No con tantos hombres, pero algo similar debió hacer Bielsa. Después de descartar en base a los informes hechos y recabados a varios, debió probar a quienes venían de estar cedidos, a quienes formaban parte del primer equipo y a canteranos varios. No conforme con ello, varió la posición de algunos de los supervivientes en busca de algo que ambos valoran enormemente: la versatilidad.

Adriano, Abidal, Alves, Mascherano, Busquets o Cesc son varios de los hombres que más ha movido Guardiola de posición en lo que va de temporada. Gurpegi, De Marcos o Javi Martínez, los que más han jugado fuera de su posición natural en el Athletic. La intención de Pep y Bielsa es clara: cubrir posibles o latentes eventualidades con jugadores que cuentan con su máxima confianza y perfeccionar variantes tácticas con las que sorprender al rival con cualquier mínimo detalle.

Javier Mascherano, actual jugador del FC Barcelona, debutó en la selección argentina a las órdenes de Bielsa. En una entrevista concedida a El País en marzo de este año, hizo significar las semejanzas entre ambos. «Guardiola, por el fanatismo con el que vive el fútbol, me recuerda a Bielsa. Los dos piensan más en el arco de enfrente que en el suyo, en cómo hacer daño al atacar». Eso sí, ‘El Jefecito también ve diferencias. «Marcelo es más directo, más vertical; el Barça busca más la pausa».

El manejo del cuero, de una forma y otra, se busca a través de la intensidad. Baste recordar al Barça de los seis títulos y a la Chile del Mundial para ver que, en cuanto sus pierden el balón, buscan recuperarlo con celeridad para manosearlo los del técnico de Santpedor y buscar sestar una puñalada letal los del argentino.

En contra del pensamiento generalizado, ni unos ni otros corren tanto. Al menos no grandes distancias. Mascherano, acostumbrado a ocupar una amplia zona de terreno de juego, reconoció en aquella entrevista que ahora corre menos. La razón, la importancia que Pep da al juego posicional. Una relevancia que en el ideario de Bielsa es tal que en ocasiones realiza ejercicios de posicionamiento en situaciones de once contra once sin que exista balón de por medio.

Busca, con este tipo de prácticas, que todas sus piezas sean una. Que la buena disposición mostrada sobre el césped ahogue al rival. Que sus jugadores ahorren esfuerzos, y que sin embargo den una sensación de trabajo estajanovista. Que la defensa sea la primera línea de ataque y que el atacante sea su primer defensa.

Sobre esto, según Pep, «Bielsa siempre dice que cuando no se marcan goles no hay que mirar hacia los delanteros, sino a la línea defensiva. Cuando no se marcan goles es porque no hemos generado juego. Y si no te hacen goles, se lo tienes que agradecer a la delantera», opinión que el catalán comparte y planteamiento que pone en práctica.

En contra de lo que algunos parecen pensar, Guardiola cree que «el Athletic ya es de Bielsa, ya es reconocible». Los que no opinan así se escudan en que ‘El Loco’ busca que sus equipos hilvanen con paciencia y tiento, como si el hecho de rasear el cuero ralentizase sí o sí la transición defensa-ataque.

Con Marcelo Bielsa en el banquillo el Athletic de Bilbao expone un fútbol vertical como lo hacía Joaquín Caparrós, con una clara diferencia: mientras las pasadas temporadas el balón acostumbraba a buscar por alto a Fernando Llorente en apenas uno o dos toques, éstos han pasado a tres o cuatro más y a dirigirse a banda a ras de césped.

Defensivamente, Guardiola definió bien al equipo de Bielsa en la previa. «Son muy agresivos, no te dejan respirar, llegan siete al área, pierden la bola y defienden once. Sus partidos son todo arriba y abajo, arriba y abajo, sin parar», dijo, algo que pudo comprobar después en el que es, hasta la fecha, el mejor partido disputado en lo que va de competición liguera.

El técnico argentino, antes del encuentro, habló de la recuperación de la multifunción por parte de Pep Guardiola. Más que de recuperación, quizá debió haber hablado más bien de que el entrenador barcelonista volvió a ponerla de moda, pues el propio Bielsa jamás ha abandonado ese concepto.

Prueba de ello es Fernando Llorente, jugador que parece haber empequeñecido con la llegada del rosarino a La Catedral, y que sin embargo, lo que en realidad ha hecho, ha sido multiplicarse. Como Guardiola señalaba, no es extraño verle realizar una asfixiante presión al central de turno o recular treinta metros para recuperar el balón.

Caso similar es el de Iker Muniain, si bien el pequeño extremo, por condiciones físicas, ha logrado acoplarse más rápido que el punta a lo que Bielsa requiere de él. De ahí el crecimiento de su influencia. Su mayor desgaste lo convierte en un jugador más participativo. Sus cualidades, en resolutivo.

En medio la vorágine de preguntas sobre aquellas once horas de puro fútbol y la influencia que la charla ejerció sobre Pep Guardiola, éste reconoció a Bielsa como «distinto a todos los entrenadores del mundo». Como ha hecho más de una vez, no quiso restar mérito a técnicos con los que sí trabajó en su formación, aunque las similitudes entre ambos a la hora de trabajar son claras.

El argentino no quiso autoproclamarse maestro de nadie. Más bien todo lo contrario. «Esa condición exige que uno posea conocimientos que el destinatario no tiene», dijo, para añadir que, en su opinión, «no tengo conocimientos que Guardiola no tenga, y a partir de que el otro no ignora lo que uno sabe el fenómeno pedagógico no se puede dar».

Son muchos, sin embargo, los que aciertan a ver aquellas once «minuciosas agradables» horas como de una vital importancia para el técnico culé. Con matices tácticos, procedentes de ese trabajo con otros entrenadores al que Pep suele hacer alusión y de los conocimientos propios de un entrenador de La Masía, lo cierto es que los métodos uno y otro se parecen más de lo que quieren reconocer.

Probablemente sean esos matices los que han llevado a Pep en convertirse en alumno aventajado. Que al maestro no le hayan acompañado los resultados tanto como sus partidarios habrían querido se debe a su peculiar carácter, por el cual en varias ocasiones ha rechazado banquillos jugosos en los que quizá ganar títulos.

Probablemente, por su habitual discurso comunicativo, ellos jamás hablen de maestro y alumno. Aunque así sea, dando por sentadas las premisas de que Guardiola ha bebido de otras fuentes y de que el bielsismo puro no lo sigue nadie más el propio Bielsa -y quizá Claudio Borghi-, los conceptos futbolísticos que uno y otro exponen jamás podrán ser disociados. Porque sin duda alguna, sean o no clase magistral, once horas con ‘El Loco’ unen.

De leyes, concursos y acreedores

Cuenta la leyenda que existe desde hace ya algún tiempo un fantasma sobrevolando las inmediaciones del Nuevo José Zorrilla. Atípico y exhibicionista, amenaza con quitarse la sábana y dejar al descubierto las posibles vergüenzas adquiridas por propietarios y dirigentes en los últimos años.

Cuenta también que en realidad estas vergüenzas no existen. Que no estamos tan mal, como diría un afamado presidente que jugó a ser político antes de ser juzgado por unos actos considerados por quienes antaño permitieron que hollase cumbre como poco diligentes. Que la culpa es de un señor que cree que Hacienda somos todos, y que como El Real Valladolid forma parte de ese todo, debe pasar por caja como cualquier hijo de vecino.

Hacienda ahoga, se dice. Y si Hacienda ahoga, no se descarta que el Real Valladolid tenga que acogerse a un proceso por el que otras Sociedades Anónimas Deportivas han tenido que pasar para rendir cuentas, de una forma más o menos generosa para según qué acreedor y qué club.

Un claro ejemplo de lo que pueden llegar a apremiar las deudas puede encontrarse en el Club Baloncesto Valladolid. En el mundo del fútbol, el paradigma de la ley bien aplicada es el Racing de Santander, a quien los administradores judiciales no permite salirse un solo centímetro de la línea de gasto y pago que ellos marcan.

Así debería ser en toda aquella sociedad que entre en concurso, y sin embargo no lo es. Si lo fuese, seguramente la resignación del aficionado cántabro no iría acompañada de un sentimiento que cabalga a lomos del caballo de la indignación y del corcel la envidia a otras empresas futbolísticas con quien la benevolencia ha sido y es mucho mayor.

La antítesis a la aplicación de la ley concursal es el Real Zaragoza, un club cuya deuda ascendía en el momento de acogida a dicha norma a nada menos que ciento diez millones de euros de deuda, y al que sin embargo se le ha permitido el pago de más de ocho millones por su guardameta Roberto.

El dopaje económico en el que los zaragocistas -con el fichaje de Roberto y los demás jugadores puestos este verano a las órdenes del ‘Mariachi’ Aguirre’- incurrieron no fue en realidad por su cuenta y riesgo, como el propio club reconoció, sino que fue realizado por un fondo de inversión del que, curiosamente, forma parte el máximo accionista de la entidad.

El maño es el caso más sangrante del fútbol español, pero no el único. Al amparo de Dixian 2009 SL y de los acuerdos de cesión con el Udinese italiano, pese a encontrarse en concurso, el Granada Club de Fútbol ha logrado dos ascensos consecutivos gastándose para esta campaña, la de su retorno a la máxima categoría, en torno a nueve millones de euros.

En contra de lo esperado, la entidad nazarí no ha logrado aún abandonar un proceso cuyo fin se esperaba para enero de este año. Quien sí salió hace ya algún tiempo fue el Real Club Celta de Vigo. Lo hizo en tiempo récord, en un año y veinte días, logrando reducir su deuda en nada menos que un ochenta y cinco por ciento.

Horacio Gómez, su antiguo presidente, fue acusado y declarado culpable de haber cometido irregularidades en la contabilidad económica y financiera a lo largo de sus años de gestión en el club vigués e inhabilitado para el ejercicio de cargos similares al que  en éste ostentaba durante los próximos dos años.

Tanto Horacio Gómez como varios de sus hombres de confianza fueron condenados por su mala gestión, algo que podría ocurrir con Joan Laporta -si bien la figura delictiva probablemente fuese distinta, al no ser el FC Barcelona una SAD-, pero que sin embargo no ha sido una práctica actual hasta la fecha en la aplicación de la normativa.

Otro de los clubes que han pasado -y de hecho aún están- en ley concursal es el Sporting de Gijón, que lleva cuatro años inmerso en el proceso de limpia de deuda de los cinco que la norma estipula como límite para pagar las cantidades denominadas ‘de deuda ordinaria’. Esto es, aquellas cantidades adeudadas a los acreedores privilegiados, que suelen estamentos tales como Hacienda o la Seguridad Social.

 

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La marca de la humildad grabada a fuego

Da nombre a la ciudad deportiva del club que con tino preside, pero no alardea de alhajas ni dinero. Más bien, si en su carácter no llevase grabada a fuego la marca de la humildad, quizá sacase pecho por su modestia. Pero Francisco Rubio no lo hace. Ni cuando los curiosos le preguntan por las claves de su modélica gestión al frente del Numancia de Soria.

Lleva al frente del conjunto numantino la friolera de quince años, que se convierten en dieciocho si se contabilizan los tres que estuvo apartado de la presidencia. Tres años en los que se mantuvo al margen de las decisiones tomadas por un consejo del que bien podría haber seguido formando parte, pues seguía manteniendo en torno al ochenta por ciento del capital social de la Sociedad Anónima.

Se hizo a un lado después de llevar a cabo una medida impensable en el capitalismo futbolístico feroz actual: descapitalizar el club en casi diez millones de euros. “Es un relevo de trabajo”, dijo entonces. Un trabajo que llevaba desempeñando desde los tiempos en que el Numancia era un clásico de la 2ªB y que había logrado dar con los huesos rojillos en la máxima categoría nacional.

Cogió el testigo José Isla, mientras él volvía a ocupar su tiempo y mente con sus negocios personales. Como anticipándose a la crisis, se centró en la madera, la construcción o la energía solar. Esa crisis la afrontó con naturalidad. “Lo que vivimos hace un tiempo no era normal ni perdurable”.

Quizá tampoco lo fueron las mieles que su equipo, el de su tierra, llegó a saborear. Antes de su marcha y después de su vuelta. En una temporada en la que equipos como la Real Sociedad, Málaga, Celta de Vigo, Hércules o Castellón disfrutaban de un valor adquisitivo mucho mayor que el presupuesto que Rubio podía permitirse afrontar (el tercero más bajo de 2ª), volvió, vio y ascendió.

Con Pacheta en la dirección deportiva y Arconada en el banquillo, la provincia menos poblada de España volvió a ser de primera. Rubio pudo enloquecer, pero no lo hizo. Pudo lanzarse a la piscina y derrochar, pero prefirió nadar en su bañera y abogar por ese sentido común tan poco común en el fútbol español.

Consecuencia de ello o no, su nueva experiencia en primera división duró tan solo un año. Suficiente para cerrar el ejercicio, por cuarta vez consecutiva, con un superávit de casi cinco millones de euros que sirvió para seguir purgando la deuda contraída en años precedentes.

Para la posteridad, en la retina de muchos sorianos habrá quedado aquel gol de Mario Martínez en la jornada inaugural ante el Fútbol Club Barcelona. Aquel gol en Los Pajaritos de un chico de la casa, que apenas cobraba veinte mil euros, que hizo hincar la rodilla a Pep Guardiola por primera vez en la élite.

Navegando contra corriente, como si disfrutase saliéndose de la tónica general, el máximo dirigente numantino, pese al descenso, decidió seguir por el camino marcado: fortalecer las arcas del club a partir de la austeridad, de no gastar aquello que no se va a poder pagar.

Y en ésas están. Cumpliendo, motu proprio, con el fair play económico al que tanto alude la UEFA y que tan a la torera se saltan multitud de clubes, especialmente en España. Zaragoza o Betis son los más recientes casos de sociedades derrochadoras al amparo de una ley concursal que no es igual para todos.

En Soria, para bien o para mal, de concurso no quieren ni oir hablar. Probablemente tampoco sea necesario, pues cumplen como pocos -o casi ninguno- en el fútbol nacional. Si en algún momento debieron fue por el engaño al que llevó un alcalde sin palabra que llevó al club a pagar nada menos que un setenta por ciento de un estadio de propiedad municipal.

Mientras algunos con el agua al cuello ofrecen cantidades superiores a la que el Numancia puede permitirse, los rojillos siguen buscando invertir lo que buenamente puedan en infraestructuras que permitan que el próximo Mario no sólo llegue, sino también se quede.

En el trayecto, siguen rastreando la modesta Segunda División B en busca de mirlos blancos, haciéndose con todo lo aprovechable que van desechando sus rivales o aquellos que descienden, todo ello aderezado de canteranos de equipos de mayor categoría y de un tipo de perfil que gusta mucho y triunfa en Soria, el del vasco-navarro luchador.

Jugadores como Iván Malón, Cabrera, Nieto o Natalio han apostado esta temporada por catapultar sus carreras de la mano de un equipo que ha servido a Barkero e Ibrahima para dar el salto a la máxima categoría. Otros como Ripa, Expósito, Gorka Larrea, De Cerio o Julio Álvarez se han unido a Pablo Machín, sabedores del carácter cumplidor del club soriano.

“Va a ser un año difícil”, manifestaba Francisco Rubio recientemente, consciente de que su club comparte categoría con equipos con más de cien años de historia a sus espaldas y pertenecientes a ciudades más grandes que Soria. “Pero vamos a competir”, apostillaba. Porque, en primera o en Segunda B, por más que sus medios sean inferiores que los de los demás, el Numancia siempre compite. Ése es su sino.

Scouting de Plata: Real Valladolid

Así les fue en la 2010/11

Apostó el Real Valladolid, en su retorno a la segunda división, por un técnico joven e inexperto como Antonio Gómez. Un hombre que había sido jugador y que venía de acompañar a Rafa Benítez en su experiencia británica. En Liverpool, para más inri, era el encargado de dirigir al Reserves, una suerte de equipo a caballo entre guardería de infantes y hospital para jugadores de la primera plantilla con problemas físicos o psíquicos.

El que fuera jugador de Real Madrid -debutó con el primer equipo con Jorge Valdano en el banquillo-, Sevilla o Albacete inició la temporada con tres victorias ligueras consecutivas, en las que el equipo anotó ocho goles y no recibió ninguno.

Un bagaje de tres únicos puntos en los cuatro partidos siguientes, acompañado de decisiones y declaraciones difíciles de comprender pusieron al madrileño en la picota. Presa de los nervios, Carlos Suárez decidió destituirlo después de caer ante Xerez por cuatro goles a cero y frente al Cartagena en el Nuevo José Zorrilla en un partido que sirvió para homenajear a Víctor Fernández.

Torres Gómez cogió su relevo de forma interina, logrando un empate en su única jornada al frente del primer equipo. El verdadero relevo, Abel Resino, llegaría una jornada después. Su debut se saldó con una nueva derrota, en un encuentro loco en el que el Numancia se llevó tres puntos de Zorrilla tras vencer por cuatro goles a cinco.

El equipo siguió en caída libre hasta la jornada veinticuatro, en que rindió visita al Nuevo Colombino. En el descanso se produjo la llamada “Conjura de Huelva”, charla de la que nada ha trascendido, salvo que Mehdi Nafti -pese a ser un recién llegado- fue el precursor.

La victoria frente al Decano, del fútbol español, segunda a domicilio en la temporada, precedió otras dos frente a Betis y Elche, antesala de dos nuevos tropiezos (un empate ante el Albacete y una derrota frente a la UD Las Palmas). No fueron los últimos, pero sí el mayor bache hasta final de temporada.

Parte importante del resurgir fueron Jordi Figueras o Antonio Barragán, jugadores hoy de primera y con los que Antonio Gómez apenas había contado; junto a Nauzet Alemán, Javi Guerra o dos de los cuatro fichajes realizados por el Real Valladolid en el mercado invernal. Uno de ellos, William Ferreira, no pudo ni tan siquiera debutar por culpa del enésimo despropósito de la temporada: un retraso en la firma por un quítame de aquí estas comisiones.

Incluso sin él, sin un delantero que permitiese dar descanso a Javi Guerra, el equipo fue hacia arriba, y pudo incluso meterse en el play-off algún puesto por encima del séptimo definitivo de no ser por las derrotas sufridas ante Tenerife y Huesca en las últimas jornadas.

El equipo llegó a la promoción de ascenso subido en la cresta de la ola. De ella cayó de bruces, como si en lugar de agua, el mar fuese de hormigón. Después de la victoria en el partido de ida de la primera ronda por un gol a cero, la pregunta de si Abel había encontrado la clave o la clave lo había encontrado a él flotaba en el ambiente.

Poco participativo, ni en su mejor momento al frente del Real Valladolid logró meterse a la afición en el bolsillo. Tras la derrota en Elche, en la que un arrebato de locura le hizo lanzarse a tumba abierta a por el rival aún con la eliminatoria a su favor, la pregunta encontró su respuesta: la clave había encontrado a Abel.

Los astros, alineados unas cuantas veces a su favor, nada pudieron hacer ante los errores de Javi Jiménez -titular durante el último tramo de campaña bajo palos- y la permisividad de Amoedo Chas ante el otro fútbol desarrollado por los de Bordalás. El partido en el Martínez Valero se convirtió en un repaso a una temporada que en condiciones normales podría haberse considerado de transición, buena, incluso, pero que por un cúmulo de cosas finalmente fue definida como un delirio decepcionante.

 

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Scouting de Plata: Deportivo de la Coruña

Así les fue en la 2010/11

Soso. Insípido. Triste. Así es el fútbol sin gol. Soso como una tarde sin ídem, insípido como el ídem horizontal y triste como un invierno en Riazor. Triste porque así es la lluvia que cae sobre el mar, sobre la playa. Y triste porque es imposible encontrar lo contrario en A Coruña desde que descendió el glorioso Depor.

Veinte años después volverá el conjunto blanquiazul a competir en la segunda división por no saber hacerlo en primera. Terminó maquillando sus bastantes carencias en las tres campañas precedentes. Por más que por su posición final en la tabla clasificatoria parezca lo contrario, el flirteo con la zona de riesgo había sido constante antes de que las milagrosas paradas del veteranísimo César Sánchez topasen con los huecos coruñistas en segunda.

Pero no puede achacarse al ex del Real Valladolid el descenso. No es culpa suya que la ansiedad pudiese en el último partido liguero con unos delanteros sosos, insípidos y tristes. Lo fueron -quizá con la excepción de Adrián López- por una acuciante falta de gol, apenas diez entre Lassad, Riki, Xisco, Sand y Dioni, que condenó irremediablemente a los de Miguel Ángel Lotina.

Como en la temporada 2008/09, en la que el equipo renació con el cambio de dibujo, el de Meñaka tocó todas las teclas posibles con una disonancia rechinante que destapó su nula capacidad de hacer jugar a uno de los habituales en la máxima categoría que más ha sufrido con la dichosa crisis económica.

 

Qué se espera de ellos

Augusto César Lendoiro, dirigente siempre controvertido pero de una agudeza extrema, desveló, nada más consumarse la funesta caída, un plan económico a la altura de los llevados a cabo por gobiernos varios después de las distintas guerras de la primera mitad del siglo XX.

Consistente en el cobro de un seguro firmado años ha, inyectará de diez millones de euros unas maltrechas arcas con las que, aun así, se ha confeccionado el que será, de largo, el presupuesto más elevado de la categoría. El objetivo, claro, es la consecución del ascenso. Aunque menos, si -Lendoiro no lo quiera- éste no llega, la próxima campaña seguirán saliendo billetes de la caja de raudales, a fin de mantener a los mejores hombres del cuadro blanquiazul.

En el plano deportivo, el plan ‘B’ comenzó su desarrollo el día uno después de la caída, con la contratación de un técnico del caché y saber hacer como José Luis Oltra. A pesar de perder a jugadores tan importantes como Lopo, Juan Rodríguez, Rubén Pérez o Adrián, son muchos los que sostienen que la plantilla que manejará el valenciano será incluso mejor que la entrenada por Lotina.

Continúan como deportivistas Aranzubía, Colotto, Guardado, Ze Castro Xisco o Valerón, a los que se les suman nombres como los de Germán Luz, Ayoze, Jesús Vázquez, Borja Fernández o los lusos Brumo Gama (titular indiscutible las dos últimas temporadas en Rio Ave, octavo de la Liga ZON Sagres) y Diogo Salomão, una de las más firmes promesas de la Academia del Sporting Clube Portugal.

Con tanto nombre, como no puede ser de otro modo, son los más firmes candidatos al ascenso. Firmeza, precisamente, han de demostrar como hombres, sobre el césped. Sólo así, gracias a una afición que incluso ha incrementado, volverán a primera a la voz de ya.

 

Tres tenores

Andrés Guardado (Jalisco, México, 1986). Como otros grandes jugadores de la categoría como Jonathan Soriano o Javi Guerra, vivió el verano en un sinvivir. Cerrado el mercado, y con él su continuidad, se convirtió en el mejor fichaje del Deportivo de la Coruña.

Veloz, vertical y bueno en la asociación, su puesto natural es el extremo izquierdo, si bien puede actuar también por dentro o incluso como carrilero largo. Siempre que las llamadas de su selección se lo permitan, ‘El Principito’ debe devolver sobre el césped el esfuerzo que el Deportivo hizo por su permanencia en Coruña.

La presencia de Diogo Salomão le exigirá como ninguna otra desde su llegada a la ciudad herculina hasta, por lo menos, el mercado invernal.

 

Juan Carlos Valerón (Las Palmas, 1975). Aunque su propio cuerpo se empeñe en boicotearlo, a sus treinta y seis años, ‘El Mago de Arguineguín’ sigue impartiendo clases magistrales allí donde juega.

Será otro de los diferenciales del equipo en la vuelta a la segunda división, con cuentagotas. Ha de ser dosificado en la misma medida en que será exigido por José Luis Oltra, pues pretende éste que su juego sea más dinámico de lo usual en las últimas campañas.

Jamás fue un gran goleador, y sin embargo el valenciano tiene en alta estima su lanzamiento exterior y posibilidad de llegada al área rival. Si a sus asistencias suma goles, el Deportivo tendrá mucho camino andado.

 

Diego Colotto (Córdoba, Argentina, 1981). Después de un primer año a la sombra de Alberto Lopo y el portugués Ze Castro, por las varias lesiones del portugués, entró hace dos campañas en el once para nunca más salir.

Defensa aguerrido, expeditivo y duro en el choque, es admirador de Fabián Ayala. Sus prestaciones similares a las de Fabricio Coloccini, también en el plano ofensivo. Por su corpulencia y buen remate, acostumbra a aparecer en el segundo palo en las jugadas a balón parado. Lleva, en tres temporadas, cinco goles como deportivista.

 

El fichaje estrella

Jesús Vázquez (Huelva, 1980). Dirige la sala de máquinas. Es el encargado del ensamblaje entre defensa y medio campo, como antes lo fue en el Tenerife y Recreativo de Huelva. En el tercer equipo blanquiazul de su carrera, seguirá siendo indiscutible.

Ocupa muchos metros en la zona ancha del terreno de juego. Tácticamente muy inteligente, bregador y bueno en el juego por alto, su trato de balón le permite cumplir el rol tanto de mediocentro defensivo como de organizador, si bien destaca especialmente en estas labores.

Además, tiene llegada a gol, tal y como muestran los dieciséis goles anotados en las cinco últimas temporadas.

El míster: José Luis Oltra

En su décima temporada como entrenador profesional, el valenciano ha de enfrentarse al mayor reto de su prometedora carrera. Antes logró un ascenso con el Tenerife y buscó salvar al Almería del descenso a la segunda división, pero se encuentra ahora ante el más difícil todavía: devolver a un histórico como el Deportivo de la Coruña a la primera división apenas un año después de su desaparición de la Liga de las Estrellas.

Para ello contará con una plantilla larga y de calidad, con la práctica totalidad de los puestos doblados. Triunfará si acierta a gestionar la competencia feroz que habrá en algunas posiciones -especialmente de tres cuartos en adelante- entre algunos hombres que perfectamente podrían formar parte de equipos de una mayor categoría.

Scouting de Plata: Elche CF

Así les fue en la 2010/11

Un gol. Nada más. Con uno habría bastado. O, bien visto, un gol menos. Una meta a cero. Una con dos goles. O un penalty fallado. Algo tan poco determinante en un campeonato regular, incluso un tanto nimio, habría bastado para que esta historia no se hubiese escrito.

En lugar del Elche hablaríamos hoy del Granada. De un equipo que, en su retorno a la segunda división, rozó el ascenso. Para desgracia ilicitana no fue así. Fueron ellos quienes acariciaron lo que hoy toca -y saborea- el conjunto nazarí.

Pensarán algunos que, por un gol más o por un gol menos, el éxito franjiverde no habría sido tal de haber terminado de otro modo la tensa eliminatoria entre Real Valladolid y alicantinos. O no. Porque, final y polémicas aparte, el Elche habría cumplido con creces sus expectativas, igualmente.

Incluso de haber caído en semifinales del play-off habría sido todo un éxito la campaña ilicitana debido a la regularidad mantenida por los de José Bordalás especialmente en el segundo tramo de campaña, que le sirvió para ser el contendiente por la última plaza de ascenso en disputa a pesar de no contar para prácticamente nadie al iniciarse la temporada.

Destacarían igualmente, además, por la formación de un bloque muy difícil de batir y que ha de luchar esta campaña por repetir, por lo menos, el amago de salto.

 

Qué se espera de ellos

En esta temporada 2011/12 no contarán ya con el factor sorpresa, pero sí con la ventaja de tener un equipo ya formado. Han perdido a varios jugadores de nivel, como el guardameta Jaime, Ripa o David Sánchez, pero han logrado firmar a jugadores de igual o mayor nivel, como son Juan Carlos, Javi Flaño o Perico.

Otros como Luismi Moro (autor de 38 goles en sus dos últimas temporadas en 2ªB), Beranger, Ruper, Jorge Luque o Nickie Bille llegan para aumentar el fondo de armario de un conjunto que además recupera al punta Miguel Linares, uno de los hombres de confianza de Bordalás hasta que se lesionase a mediados de la pasada temporada.

Otro de los esenciales en los esquemas del alicantino, Samuel, ha salido en dirección al Rico Pérez. Al contrario que en los huecos dejados por otros teóricos titulares, no ha llegado ningún hombre que se estime de similares prestaciones. Quizá, con los ya conocidos Etxeita, Héctor Verdés y Pelegrín, tampoco sea necesario, máxime cuando sí ha llegado un secundario que conoce ya la categoría como Paco Borrego.

En el banquillo continúa Bordalás, un técnico cuyo modelo de juego se amolda perfectamente a la segunda división y que es capaz de perpetuar la clave del buen hacer ilicitano la pasada temporada: el bloque. Para ello, la dirección deportiva franjiverde ha puesto en sus manos una plantilla sacrificada y no exenta de calidad. Si demuestra, una vez más, trabajo, entrega y técnica, estarán arriba.

 

Tres tenores

Ángel (Tenerife, 1987). Revulsivo hasta la lesión de Miguel Linares, pasó a ser el punta titular en la segunda mitad de campaña gracias a su trabajo, su calidad y una cualidad en la que hasta ahora no había destacado: el gol.

Después de varias temporadas sin apenas contar con minutos y dos cesiones poco fructíferas, conoció la primera división en el equipo de su casa, el Tenerife. Con él volvió a caer a la segunda división, aunque al hacerlo decidió separar sus caminos del conjunto chicharrero.

Tras hacer dieciséis goles -su temporada más goleadora como profesional- en la temporada 2010/11, parte como teórico titular, aunque la competencia con Nickie Bille y Linares será feroz.

 

Edu Albácar (Tarragona, 1979). Es, por veteranía, garra y calidad, la extensión de Pepe Bordalás sobre el terreno de juego. Con Acciari acostumbrado a ocupar una plaza en el banquillo, casi ya más como ayudante del técnico que como jugador, dirige las operaciones ilicitanas sobre el verde.

A pesar de su veteranía, físicamente es un portento. Galopa por el costado izquierdo durante los noventa minutos y aporta un buen número de goles por campaña, bien en balones colgados al área desde la frontal o bien por su buen golpeo de balón, tanto a balón parado como en dinámico.

La pasada temporada fue, junto a Coke, el mejor lateral de la categoría.

 

Jorge Luque (Córdoba, 1981). Después de dos temporada siendo esencial en los esquemas del equipo de su ciudad natal, Córdoba, sale ahora en dirección a Alicante, donde se encontrará con un entrenador de un perfil y exigencias similares a Lucas Alcaraz, con quien trabajó los dos últimos años.

Centrocampista ofensivo, con capacidad de actuar en la mediapunta, destaca por su manejo de balón y por su llegada a posiciones de gol (hizo tres la pasada temporada). Será pieza básica en los esquemas de Bordalás, por lo menos hasta la recuperación de Generelo, lesionado de larga duración.

 

El fichaje estrella

Perico (Málaga, 1985). Llega a Alicante en su sexta temporada en la segunda división con la intención de que sea la última. Si logra ser constante y le acompaña una pizca de suerte, puede ser de la partida el año próximo en un conjunto de la máxima categoría, ya sea el Elche u otro.

Puede actuar como enganche o escorado a cualquiera de las dos bandas, por lo que ofrecerá múltiples alternativas al juego ofensivo franjiverde, gracias a su habilidad para encarar y surtir de asistencias al punta de turno.

Se impondrá a Miguel Palanca y Jordi Xumetra en la pugna de por la titularidad si, además de la constancia, trabajo y regularidad logra igualar o mejorar los cinco goles hechos el pasado año en la UD Salamanca.

 

El míster: José Bordalás

En el momento justo en que se esperaba el anuncio de su salida -los rumores lo situaban en el Almería-, ¡zas!, fue Bordalás y renovó dos temporadas más su compromiso con el Elche, con su Elche.

No se considera suyo al bloque franjiverde porque sea su primer equipo, sino por haber logrado formar precisamente eso, un bloque. Un equipo que desde su llegada al banquillo del Martínez Valero se viene mostrando como muy difícil de doblegar.

Desde atrás y casi por sorpresa metió a los suyos en el pasado play-off con un modelo de juego que recuerda enormemente al de Lucas Alcaraz y que triunfa en segunda división. Este año se les espera más que el pasado, por plantilla y conceptos adquiridos.

Scouting de Plata: Celta de Vigo

Así les fue en la 2010/11

Eusebio Sacristán pareció ser el elegido para llevar al Real Club Celta de la transición a la gloria. Sólo lo pareció. Por ‘h’ o por ‘b’ su equipo jugaba bonito, pero no concretaba, no era efectivo. Rozar el descenso una campaña fue suficiente para que, de golpe y porrazo, se buscase una continuidad en la formación que culminase lo citado.

El elegido fue Paco Herrera, entrenador que pretendió también la pasada campaña el Real Valladolid. Con él, las transiciones pasaron de ser jugadas masticadas a engullidas, con un contrataque sin igual en la categoría y un fútbol menos preciosista, pero igualmente bello.

A falta de dinero en la caja de raudales, Carlos Mouriño decidió seguir apostando por un proyecto joven, basado fundamentalmente en jugadores de la casa y por un técnico al que no le temblase el pulso por mirar hacia los buenos mimbres que hay en A Madroa, pero que, al contrario que su antecesor, también supiese qué supone hacerse cargo de un equipo de segunda división y equilibrar la cuenta de resultados con el atractivo futbolístico.

Roberto Falcón, López Garai, Trashorras y, en menor medida, Michu, se erigieron -junto a Quique de Lucas- columna vertebral de un equipo que se quedó a un acierto en una dichosa tabla de penales de jugarse el todo por el todo por el ascenso. Dolorosa derrota, pero más que digna para un plantel que cuenta con una serie de jugadores con un futuro que se intuye de primera, como son Jonathan Vila, Iago Aspas, Álex López, Dani Abalo y, por encima de todos, sus laterales Hugo Mallo y Roberto Lago.

 

Qué se espera de ellos

Después de las esperadas salidas de Falcón (Hércules) y Michu (Rayo Vallecano) se produjeron, a lo largo del verano, dos bastante más traumáticas, las de Roberto Trashorras y López Garai. La versión oficial es que Paco Herrera los apartó por no contar con ellos, pero en Vigo se cree que la realidad es bien distinta y que la decisión de prescindir de ambos tiene más que ver con la economía de guerra post-concurso de acreedores que con la valía futbolística de uno y otro.

Sea como fuere, sean ciertas las teorías conspiranoicas o las razones ofrecidas por el club vigués, lo cierto es que los celtiñas parecen haber perdido potencial en el mercado veraniego, por más que hayan llegado hombres del calado de Mario Bermejo o el internacional chileno Fabián Orellana.

El canterano Yoel demostró ser un meta de tablas en los encuentros que tuvo que sustituir a Falcón en los dos últimos años, pero no parece ser capaz de alcanzar a corto plazo el nivel del gaditano. Si bien Natxo Insa aportará en el doble pivote una certeza en el toque del que en ocasiones carecía Michu, sin éste no habrá la misma llegada desde segunda línea; y para el último pase, mientras tanto, no ha llegado un hombre que ocupe el lugar que deja Trashorras.

La llegada de Orellana y Mario Bermejo, cierto es, ofrece una nueva vía a Paco Herrera: la capacidad de apostar por un juego más veloz y profundo, si cabe, que el que la pasada temporada los suyos llevaban a cabo. Todo ello con el fin de, al menos, repetir experiencia en promoción al final de temporada. Aunque en la comparación presupuestaria pierda con respecto a otros equipos, Vigo no se conformará con menos.

 

Tres tenores

Quique de Lucas (Barcelona, 1978). El suyo no fue el Chelsea de ‘The Special One’. Tampoco, por motivos obvios, el de André Villas-Boas (entrenador un año más joven que él). Ni tan siquiera el del ex del Real Madrid Guus Hiddink. Sin embargo, el solo hecho de haber jugado una temporada en el equipo blue dice mucho de la calidad del jugador salido de la cantera del Espanyol.

Bajo las órdenes de Claudio Ranieri jugó diecisiete partidos y compartió vestuario con dos instituciones del equipo londinense como John Terry o Frank Lampard (y eso que ya llovió). Apenas un año después, aprendido el oficio de mediapunta intenso -anteriormente había recibido críticas por su frialdad-, volvió a España para desarrollar su buen fútbol en Alavés, Murcia, Cartagena y Celta.

La primera división apenas la volvió a acariciar dos años, incomprensiblemente. A sus ya 33 años, cargado de experiencia, ha de conducir el ataque de un equipo joven al que aún puede aportar mucho.

 

Hugo Mallo (Pontevedra, 1991). A pesar de la decepción que supuso caer en cuartos de final frente al Brasil, el pasado Mundial sub-20 probablemente haya dejado un buen recuerdo en la memoria del lateral derecho marinés. Convertido en una de las revelaciones del campeonato, fue uno de los diez candidatos -el único español- a alzarse con el Balón de Oro.

Como es lógico, más con rivales de la talla de los brasileños Henrique o Danilo o del portugués Nelson Oliveira, no se alzó con el trofeo, pero la nominación sirvió como trampolín para un jugador llamado a coger el testigo de Jorge Otero o Míchel Salgado como mito del celtismo.

Probablemente un ascenso sea la única opción del Real Club Celta de retenerlo la próxima campaña, pues su proyección invita a pensar en él como integrante un gran proyecto en un plazo de tiempo no excesivamente largo, dada su técnica, su buen trato de balón, su facilidad de incorporarse al ataque y su buen físico.

 

David Rodríguez (Toledo, 1986). Todo aquel que acusase a David Rodríguez de ser un delantero falto de gol habrá tenido que comerse sus palabras después de ver los diecisiete anotados la pasada temporada, la de retorno al Celta de Vigo.

Tuvo que llevar durante toda la campaña el peso anotador de un equipo con buenos surtidores en segunda línea, pero que no termina de destaparse como excesivamente goleadora. Él, en cambio, completó su mejor temporada en este sentido desde que es profesional, superando la marca de catorce perforaciones que hizo en la UDS.

Una vez salidos Michu y Trashorras del equipo y llegado Mario Bermejo, es bastante probable que desaparezca como referente y aparezca unos metros por detrás del cántabro, allí donde, pese a los números citados, más daño hace: en tres cuartos.

 

El fichaje estrella

Fabián Orellana (Santiago, Chile, 1986). Destacó hace ya tres años en el prestigioso torneo francés de Toulon, en el que la selección chilena sub-23 dirigida por Marcelo Bielsa cayó ante Italia en la final. Allí llamó la atención de los siempre avispados ojeadores del Udinese italiano, que se hizo con su ficha.

No lo llamó a filas, sin embargo, sino que lo cedió primero al Xerez y luego al Granada. Entre uno, otro y la selección absoluta de su país, con la que se enfrentó a España en el pasado mundial, se terminó de hacer un nombre en el fútbol español. No así con un hueco en la máxima categoría, que buscará alcanzar con el Celta de Vigo en la que es su tercera cesión en nuestro fútbol.

Lo hará a partir de su velocidad y electricidad, de su capacidad de driblar por dentro y por fuera y de trabajar o crear espacios en función de lo que su equipo requiera.

 

El míster: Paco Herrera

El técnico catalán atesora experiencia suficiente como para considerarse un experto en estas lides. También lo es en lo que a labor de cantera se refiere, pues con ellas ha trabajado en distintos clubes. Entiende, a su vez, qué supone tener que apretarse el cinturón y firmar lo que buenamente se pueda, después de haber sido director deportivo en diferentes clubes.

Afronta su segunda temporada en Vigo con el objetivo mínimo marcado de repetir clasificación para el play-off de ascenso a la primera división. Lo hace con una plantilla joven, pero aderezada de un puñado de veteranos de calidad que han de colaborar con él en las labores formativas de los jugadores que ocasionalmente asciendan del filial o juvenil.

La Masía, como un laboratorio

Desde hace veinte años, el Barça confía en su cantera. La propuesta fue de Cruyff, pero curiosamente la decisión la tomó Núñez, un presidente que siempre se había distinguido por fichar a los mejores futbolistas del mundo. Oriol Tort fue el alma del proyecto que dos décadas más tarde arroja unos frutos excepcionales. Cuando Louis van Gaal expresó su deseo de que el Barça ganara algún día la Champions con once futbolistas de la casa, las carcajadas recorrieron el entorno barcelonista, pero ese sueño está hoy mucho más cerca. De hecho, en la Champions conquistada en Roma jugaron ocho hombres salidos de La Masía y otros dos se quedaron en el banquillo. Más de la mitad de las fichas del primer equipo está hoy en manos de canteranos, así que el reto imposible de Van Gaal ya está al alcance de la mano, en especial ahora que Guardiola ha tomado la decisión rotunda de que los próximos fichajes sean del Barça B, justo cuando Wenger acaba de manifestar que se le está acabando la paciencia con los jóvenes…

 

Al infierno y no por casualidad

Mayo de 2007: el Barça B se precipita al infierno de la Tercera División, arrastrando al ‘C’ a la práctica desaparición. No es casualidad, sino resultado de una gestión errónea desde todos los puntos de vista. El Barça B es un equipo sin alma ni futuro, sin objetivos concretos y mesurables, casi un equipo de compromiso para una directiva que ha puesto todo el interés en los éxitos del primer equipo. Cortoplacismo puro. El filial predestinado a nutrir de figuras al club está ahora abocado a una categoría infernal, la de los olvidados. Las condiciones competitivas y de maduración se empobrecen y la distancia con el primer equipo se agiganta.

Pero más allá de lo que significa el descenso en cuanto a la gestión del segundo equipo, la pérdida de categoría subraya las deficiencias de la estructura y del propio sistema formativo del Barça. El filial no se sostiene como equipo, pero además no ha habido en toda la cantera capacidad suficiente ni recursos humanos de categoría para ayudarle a evitar el desenlace. A nivel macroestructural, el Barça Atlétic ha adquirido todos los rasgos de los equipos modestos, poco competitivos y sin ambición: un equipo insustancial, anodino y terminal cuyo único objetivo tangible es no perder la categoría en finales de temporada agónicos.

El filial carece de guión. A nivel microestructural, es un equipo donde los buenos jugadores apenas duran. No existen parámetros de medición que configuren la hoja de ruta imprescindible para la formación del jugador una vez terminada la edad juvenil. Salvo los que destacan poderosamente, el resto languidece en el ‘B’ a la espera de una oportunidad que jamás llega. Sí, Rijkaard ha ascendido a Messi, Bojan y Gio Dos Santos y el barcelonismo parece satisfecho con los frutos de la cantera, pero en realidad no existe un flujo continuado: el filial no es el proveedor oficial del primer equipo, sino sólo un pequeño rellano en el que se detienen las grandes figuras antes de dar el salto. Además, han proliferado los fichajes externos de futbolistas sin proyección real, que simplemente llegaban para ayudar al filial a salvar la categoría y a cambio ralentizaban el proceso formativo de los más jóvenes, cuando no lo cercenaban. El sistema y el marco de desarrollo del filial quedan retratados con el descenso a Tercera: es un sistema anquilosado, arcaico, confuso e inadecuado a la realidad del siglo XXI.

 

La catarsis y el guión

Hay que hacer catarsis y la directiva de Laporta lo comprende. Llega Guardiola y llega un guión: primero, recuperar el ‘B’; más tarde, el Juvenil; sólo después (y eso ha sido hace apenas un mes) las categorías formativas inferiores hasta llegar al benjamín. Les explico detalladamente en qué consiste el guión que diseñaron Guardiola y su gente en 2007. Como conceptos, se organiza en tres ejes:

1. Entorno logístico

2. Perfil gestor

3. Organigrama técnico

 

La premisa básica de los nuevos tiempos es que el talento no basta para ser competitivo. Hay que ser profesional y modernizarse. La Ciutat Esportiva es clave porque permite enclaustrar a los jugadores en un entorno profesional, rodeados de recursos tecnológicos que permitirán seguir sus entrenamientos y trayectorias, corregirles y formarles, acercarles a la élite. Un laboratorio de I+D para inculcar el estilo futbolístico a unos jugadores que empiezan a saber lo que significa ser profesional.

Los gestores son conocidos: Guardiola primero, Luis Enrique más tarde. Y finalmente, estas semanas los nuevos cambios de organigrama y técnicos para seguir profundizando en las ideas nacidas en 2007. Gestores elegidos porque saben combinar el máximo rigor profesional con un trato cercano y cariñoso en clave competitiva. Gestores que se convierten en líderes. Líderes que hacen una propuesta concreta en materia deportiva:

1. Competitividad

2. Formación

3. Cultura deportiva

 

El Barça ‘B’ ya no será un simple peldaño de transición, sino que empieza a ser considerado y gestionado como un equipo más: joven, pero con el mismo interés por competir que cualquier otro. Pero no competir sin objetivos, sino para obtener el máximo: ser campeón en la categoría en que milite. Y con altísima competitividad interna: quien se duerma pierde el puesto porque siempre hay otro, o incluso algún juvenil, dispuesto a ocuparlo. Además, debe lograrse respetando los parámetros formativos impuestos: jóvenes que aprenden a diario el oficio, que son corregidos global o individualmente, que aprenden estrategia, táctica y comportamiento en el campo y fuera de él.

La llegada de ex futbolistas de alto nivel a esa estructura aporta un plus en cuanto a infundir los valores de una verdadera y creíble cultura deportiva. Más que deportiva, deberíamos hablar de cultura del esfuerzo. Una cultura deportiva fundamentada en valores alejados del glamour o el pedigrí frívolo de pertenecer a un club como el Barça y formar parte de su cantera en tanto que potenciales figuras del futuro. Cada día, cada entrenamiento, cada charla se impregna de valores tales como esfuerzo, sacrificio, respeto, responsabilidad, humildad, rigor, profesionalidad, exigencia, ambición, solidaridad, constancia y generosidad. Valores que expresan entrenadores que han sido grandes campeones y que deben ponerse en paralelo con el objetivo competitivo: ¿qué mérito tendrá dentro de veinte años, les preguntan Guardiola y Luis Enrique, decir que jugasteis en el Barça B si no fuisteis capaces de subir de Tercera División?

 

Vertebradores y perlas

En resumen, se definen unos valores ideológicos para el Barça B marcando límites y ambiciones competitivas, dotando al equipo de una logística técnica y humana innovadora para obtener un doble objetivo: que sea un conjunto de profundas raíces formativas, pero con altísima capacidad de competir en cualquier categoría. Y de aquí surge un plan microdetallado que divide a los jugadores en dos grandes categorías:

1. Los vertebradores

2. Las perlas

 

Los primeros son los que ‘sujetan’ al equipo competitivamente sin que tenga trascendencia excesiva su procedencia, si han sido fichados o si superan el promedio de edad del conjunto.

Son jugadores por lo general algo mayores a la media, experimentados, sobrios y sin excesos, ubicados de forma estratégica por líneas para mantener el ritmo competitivo sin frenar el crecimiento de los segundos, las perlas, los señalados con un asterisco rojo por su valor especial y que siguen un proceso pautado, estratificado, prudente, sin prisas, que permita maximizar su progresión formativa. El promedio del equipo ha de tener entre dos años y dos años y medio de competición profesionales como media.

Para definir a los ‘vertebradores’ se tiene en cuenta la edad, tipología, perfil futbolístico y durabilidad. Como mínimo han de tener 21 años y como máximo, 26. Deben repartirse homogéneamente por las distintas líneas, para ejercer como sostén de seguridad para los más jóvenes. Y como máximo estarán dos años en el B a fin de evitar que frenen a los de abajo. Su objetivo individual será brillar en el segundo equipo de la ‘marca Barça’ para lograr con posterioridad una salida profesional relevante. A esta regla de las dos temporadas se aplica una excepción en caso de lesión importante. Jugadores con este perfil son o han sido Córcoles, Espasandín, Chico, Dimas, Abraham, Longás, Xavi Torres, Víctor Vázquez, Benja, Armando, Nolito, Edu Oriol o Jonathan Soriano. El de menos duración en el equipo ha sido Chico, con sólo seis meses; y el de mayor, Víctor Vázquez, que ya suma el cuarto año a causa de la grave lesión que sufrió. El ‘B’ tendrá cada año varios hombres de este perfil: los que sujetan el esqueleto en el orden competitivo y permiten el crecimiento de las perlas.

Desde este punto de vista es como se comprende la actual petición de varios futbolistas externos por parte de Luis Enrique: el mediapunta Carlos Carmona (23 años, ex Recre) o el delantero Saúl Berjón (24 años, ex Las Palmas).

 

Tres fases obligatorias

Las perlas proceden del Juvenil y se agrupan en dos bloques esenciales: juveniles totalmente formados (que entre uno y dos años deberán dar el gran salto) y juveniles de último año, que tendrán un margen de entre 1,5 y 2,5 años para confirmarse. Se los estratifica en tres fases:

Fase 1. Reserva-rotación: su única obligación es competir. No se espera de él nada determinante ni se penalizan sus errores. Se pretende que conozca el medio profesional y adquiera minutos.

Fase 2. Rotación-maduración: el jugador ya siente que forma parte permanente de la estructura y ha de tomar conciencia de que su aportación es decisiva: es corresponsable del rendimiento general.

Fase 3. Jugador clave: Esta fase define el futuro de la perla. Entra en el grupo de los jugadores más próximos al primer equipo y adquiere el status de jugador clave del ‘B’. Acumula dos fases más que la mayoría de sus compañeros por lo que tiene la obligación de tirar del equipo y garantizar su competitividad. Es responsable directo de la evolución del equipo. Ha de estar en tensión constante por si es llamado por el primer equipo. Su futuro se decide en esta fase.

Para cada una de estas fases se fija un período de entre 6 y 9 meses. El futbolista que llega al ‘B’ lo hace procedente del Juvenil, bien una vez finalizada su etapa juvenil y entonces tiene dos años para triunfar en el ‘B’; bien todavía en último año de juvenil y el período se amplía a 3 años. En cualquier caso, a los 21 se evaluará definitivamente su progresión y potencial y el posible salto al primer equipo del Barça. De no ser factible, habrá adquirido un perfil reconocible y unos valores excelentes que le permitirán proseguir su carrera profesional en otros clubes.

 

El gran laboratorio de I+D

Su desarrollo será equilibrado, ni demasiado deprisa, lo que sería perjudicial, ni tan lento que le hiciera acomodarse sin progreso. Si el talento es deslumbrante se pueden acelerar los plazos, pero no se evitan las tres fases. Si acaso, se reduce su duración, pero no se saltan las etapas. Es por esa razón que en ocasiones el cuadro técnico ha adoptado decisiones que parecían contradictorias, al subir y volver a bajar a futbolistas entre los distintos equipos. Pero todo ello obedece a la programación indicada y no a caprichos. En el capítulo de los jugadores-perlas, la lista que se ha manejado en las tres últimas temporadas ha sido la compuesta por hombres como Marc Valiente, Victor Sánchez, Jeffren, Urbano, Rueda, Marc Crosas, Toribio, Pedro, Pau Torres, Oier, Iago Falqué, Alberto Botía, Bolaños, Sergio Busquets, Jonathan, Thiago Alcántara o Gai Assulin. Como es lógico, algunos de ellos alcanzaron el primer equipo (y son campeones mundiales, incluso), otros están a un paso de hacerlo; algunos llegaron y no pudieron confirmar su talento; y otros ya abandonaron el club.

El curso pasado, las perlas que manejaba el ‘B’ incluían a Miño, Fontàs, Martín Montoya, Carles Planas, Rochina, Oriol Romeu, Masip, Benítez, Bartra, Muniesa, Sergi Gómez, Albert Dalmau, Luque, Riverola y Sergi Roberto, nombres que pueblan las selecciones españolas inferiores y colaboraron poderosamente en el ascenso a Segunda División. El proceso para todos ellos continúa imparable, incluso más fuerte que nunca a partir del nuevo organigrama técnico establecido hace unas semanas separando el fútbol profesional (incluyendo al juvenil) del formativo. Ese organigrama oficializa los planes diseñados en 2007 por Guardiola y Luis Enrique y modifica estructuralmente el concepto de la cantera en el Barça. Ya no es una bolsa de jugadores a la que acudir en caso de apuro, sino una auténtica escuela de formación, con sus planes y fases estrictamente programadas y mesurables y con sus objetivos pautados. Ahora mismo se ha convertido no sólo en un laboratorio de investigación y desarrollo avanzado, sino en la decisión estratégica más importante del Barça en la última década.

 

* Publicado por Martí Perarnau en el Diario Sport el 8/09/2010.

De cinco en cinco

Decía el pasado dieciséis de mayo Sergio Batista, seleccionador argentino, que de cara a la Copa América esperaba rodear a Lionel Messi, su estrella indiscutible, de la mejor manera posible.

Hablaba de Leo como nueve indiscutible, una posición en la que ha actuado a lo largo de la temporada en el F.C. Barcelona. Pep Guardiola, decía dos semanas después de él que “hay que esperar que no se aburra y que el club le dé los compañeros que le hagan sentir cómodo”.

Según Checho Batista, el plan predeterminado no es jugar como los azulgrana, pero sí el manejar la posesión del cuero siendo pacientes, jugando por abajo y aprovechando su juego por los costados del ataque.

Llegaron al partido inaugural de la competición de la que son anfitriones sin pena ni gloria. Después de empatar frente a la débil Bolivia, puede decirse que que lo primero ha aumentado en detrimento de lo segundo.

Pocho Lavezzi y ‘El Apache’ Tévez aparecieron muy arriba, pegados a la línea de cal, como su seleccionador decía pretender, algo que provocó su desconexión del colectivo. Excesivamente descolgados, su presión poco inquietó a una zaga que no quería hilvanar jugada.

Tampoco ayudó al fútbol de toque el que la media estuviese formada por tres jugadores de similar perfil. Javier Mascherano, Esteban Cambiasso y Ever Banega, como estaba previsto, impidieron la titularidad de Lucas Biglia y Javier Pastore.

Gaby Milito y Nicolás Burdisso, centrales de similar corte, agudizaban la enorme separación entre líneas con su posición retrasada. Zanetti y Rojo apenas profundizaban, por culpa de la posición de sus compañeros en zaga y los nulos pasillos que ofrecían sus pares, alejados.

Javier Mascherano era la primera opción para la salida, el primero de los cincos en tratar el balón. A falta de movimiento de los interiores, Milito no encontraba más que a su compañero culé a la hora de iniciar jugada.

‘El Jefecito’ terminó incrustado entre los centrales con el fin de evitar que Martins diese demasiados quebraderos de cabeza en el caso de que Milito saliese en exceso con el balón. La nula movilidad de los interiores inutilizó su acción.

También Leo Messi dio varios pasos atrás, con el fin de entrar en mayor contacto con el balón. Dejó la zona de influencia del nueve, allí donde hace daño cuando se enfunda la blaugrana, y se alejó incluso del territorio del ’10’.

Apareció entre los interiores, en la zona ancha, muy lejos de su hábitat natural. Como en el pasado Mundial de Sudáfrica, se erigió organizador, llegador y matador. Por voluntad propia o de Batista, intentó ser varios siendo único.

De la idea del toque ágil, profundo y por los costados se pasó al trasero e inofensivo o al alto y desesperado, máxime después de que Bolivia se adelantase en el marcador gracias al tanto de Edivaldo y el grave error de Ever Banega.

Los problemas para Lionel se agudizaron cuando entró Ángel Di María en el lugar de Cambiasso. Pasó a ser el vértice superior de un trío central que no fue tal, pues Banega siguió sin aparecer.

A pesar de que con Di María se buscaba abrir un costado, el centrar a Tévez supuso una mayor congestión interior argentina. Messi pasó a ser ’10’, olvidando Batista que para que un mediapunta funcione, por gambeteador que sea, ha de funcionar lo que por detrás tiene.

A ello conviene sumar el defecto del individualismo generalizado, si bien del defecto vino la virtud con ‘El Fideo’ y con la entrada del Kun Agüero, a la postre salvadores del empate final uno por el centro y otro por enviar a la red el buen pase de pecho de Burdisso.

Argentina pudo incluso llevarse los tres puntos en el tramo final, jugado y a tumba abierta y en el que el Kun pudo hacer el segundo, un gol que habría sido inmerecido dado el feo juego de los de Batista.

Al término del encuentro, como a lo largo del mismo, Checho fue blanco de la gran parte de las críticas, debido a un planteamiento que de inicio parecía más acertado de lo que resultó ser, por más que su once fuese prolongación de la preparación.

Dijo Sergio al hacerse cargo de la absoluta que buscaba un cambio con respecto a la anterior etapa. Viendo el once habitual de Maradona y el de partida frente a Bolivia, así puede entenderse. Pero, ¿y el plan?

Mitad por incompetencia y mitad fruto de su envidia por la actual trayectoria de Leo Messi, Maradona obligaba a su compatriota a encargarse demasiado de la confección en una 4-2-4 sin pies ni cabeza.

El dibujo final de Argentina en el inaugural de la Copa América poco dista del de entonces, por más que algunos nombres hayan cambiado. El resultado, el mismo. Poco toque y rezar porque el exceso de individualidades logre vencer a la incapacidad grupal.

Choca a propios y extraños que un jugador de las características de Javier Pastore no haya jugado ni tan siquiera un minuto, a sabiendas de que puede ser él en enlace necesario entre media y ataque.

Checho dice apostar por jugar, con matices diferenciadores, como el F.C. Barcelona. Idéntico es el dibujo puesto en liza. Por tanto, cuanto menos similares, deberían ser los perfiles de sus hombres de medio campo. Y sin embargo no lo son.

Dando por válido el rol de cinco del pivote defensivo argentino, más implicado en la jugada que un ‘4’ moderno como Sergio Busquets o Fernando, se echa en falta la aparición de un ‘6’ y un ‘8’ albicelestes.

Por las características de los centrocampistas argentinos, incluso, la existencia de dos cincos podría no ser del todo descabellada. Tres, sin duda alguna, son un exceso, por más que dos de ellos sean falsos.

La titularidad de Ever Banega como ‘6’ (centrocampista organizador) y de Cuchu Cambiasso como ‘8’ (centrocampista llegador) puede ser bien entendida si ofrecen una movilidad inexistente frente a Bolivia, a pesar de no ser lo idóneo para sus características.

Si se recuerda el Inter de Mourinho, uno se acordará de un Esteban Cambiasso arrancando como interior con llegada. En cualquier caso, era aquel Inter un equipo con una idea bien distinta de la argentina, que buscaba transiciones rápidas o incluso jugar a la contra.

Banega, mientras tanto, se ha visto acompañado en el Valencia por el Tino Costa o Mehmet Topal, jugadores que le descargaban de responsabilidad defensiva y le permitían centrarse en la creación.

En alguna extraña ocasión el ex de Boca ha aparecido incluso con dos hombres defensivos tras de sí, jugando casi como mediapunta en la 4-2-3-1 de que dispone Unai Emery. En este diferente dibujo radica la diferente obligación.

El entramado ché, aparezca en uno u otro lado, le permite un juego más estático que el argentino, donde su juego está más focalizado en un costado y más orientado al dinamismo que en el juego posicional valencianista.

Por la inexistencia de un mediapunta, su peso será siempre mayor en su selección, más aún teniendo en cuenta que por la separación con la línea frontal y la disposición de la media le hace cubrir un espacio distinto y mayor en el terreno de juego.

Por sus características, se antoja difícil verlo rindiendo a su mejor nivel en un dibujo en el que deba desaparecer del centro del campo como mediocentro puro, por bueno que sea su trato de balón.

Por extenuante que sea su despliegue físico, algo similar ocurre con Esteban Cambiasso. En un conjunto que pretenda mantener una posesión de balón pausada, pedirle que cumpla como llegador cuando su rol tiende a ser más defensivo y menos técnico parece errar.

Sin embargo, no parece que uno u otro puedan cambiar su posición, a menos que sea por un puesto en el banquillo. Por galones, jerarquía y prestaciones, parece imposible desbancar a Javier Mascherano del puesto de ‘5’.

Bien dispuesto tácticamente, generoso en el esfuerzo, metido en los centrales, como primera opción de salida o simplemente amedrentando al trencilla o al rival, en su partido inaugural volvió a dar razones para que su valor sea incalculable.

A la sombra de los tres se encuentran en la actualidad Lucas Biglia, Fernando Gago o Fabián Rinaudo, ausente en la Copa América. Los tres cincos, los tres diferentes, pero a la vez los tres con ciertas semejanzas.

Mientras el nuevo jugador del Sporting CP guarda grandes semejanzas con Javier Mascherano; Fernando Gago llegó a ser comparado en sus inicios con Fernando Redondo por su inteligencia táctica y su recorrido a lo largo y ancho del campo.

Lucas Biglia, por su parte, es quizá el mediocentro más atípico con que cuenta actualmente Argentina. Igual de capaz que sus compañeros de selección en la recuperación, es el de mayor clarividencia organizativa.

En una escala de capacidades de circulación de balón superaría a cualquiera de los actuales mediocentros titulares. Como ocurrió en el amistoso frente a Albania, podría sustituir en el próximo envite a Esteban Cambiasso.

Por sus problemas físicos parece el interista el favorito a salir del once, si bien no es descartable que también lo haga Banega para dar entrada a Javier Pastore. Él, y no otro, puede dar el diferencial que el centro del campo albiceleste necesita.

Genial conductor del balón, buen llegador, técnico y asociativo, es el complemento ideal para Leo Messi; el hombre que descargaría a ‘La Pulga’ de bajar más allá del territorio del ’10’ a recoger el cuero y que lo compartiría con él.

Quizá sea difícil hallar un trescuartista de su calidad en el fútbol argentino, a un hombre tan similar al Kaká de sus mejores tiempos. No tanto para encontrar el tipo de centrocampista llegador que requiere una 4-3-3.

Entre los veintitrés de Batista se encuentra el ya citado Ángel Di María, jugador que conoce la posición de volante llegador después de haber actuado ahí eventualmente con Maradona, Jorge Jesus y José Mourinho.

Como ‘El Cuchu’ Cambiasso, su estilo de juego parece poco conciliable con lo que pretende Argentina, en cualquier caso. No así ocurre con algunos de los hombres que se han quedado fuera de la lista tras ser probados.

Checho ha llamado a filas en los últimos tiempos a enganches del campeonato local como Enzo Pérez, nuevo jugador benfiquista; Erik Lamela, recientemente descendido a Nacional B con River Plate; o Ricky Álvarez, jugador que puede acabar en el Arsenal.

Otros como Nico Gaitán, Pablo Aimar (Benfica) o Fernando Belluschi (Porto) o Lucho González (Olympique Marseille) tampoco han logrado desbancar a Fernando Gago o Diego Milito, quizá los dos argentinos que menor rendimiento han ofrecido esta campaña del medio en adelante.

Diferente caso pero también controvertido es el de dos de los centrales convocados, Ezequiel Garay y Gaby Milito, llamados por delante de un segundo lateral izquierdo como Monzón o Ansaldi o de Nico Otamendi, campeonísimo con Porto.

Pasado el tiempo de poner remedio a posibles defectos de fondo y después del preocupante juego y resultado en el primer encuentro de “su” torneo, es la hora de buscar poner coto a los errores en la forma de los argentinos.

Se habla del tropiezo de España en la apertura del Mundial de Sudáfrica, de los nervios del comienzo y de ser pacientes con el modelo instaurado para restar hierro al mal inicio. Siendo premisas válidas, ¿son suficientes?

La sensación es que no. El propio Checho Batista parece estar pensando en realizar permutas iniciales contra Colombia en el segundo envite, sabedor de que un nuevo error podría complicar la clasificación para la siguiente ronda.

Ciertamente, no ha de caerse en la odiosa comparación – aunque aquí se haya hecho de forma sucinta – con el juego del F.C. Barcelona, especialmente teniendo en cuenta los matices que el técnico argentino pretende incluir en su equipo.

En cualquier caso, sí parece criticable que hablase de Messi como su nueve, y sin embargo renunciase a él a las primeras de cambio. A él y a ese juego colectivo, pausado, profundo y ancho que promulgaba.

España en los inicios del Mundial erró también. Cualquiera puede hacerlo, en calidad de humano. La cuestión es, ¿puede levantarse el once argentino como lo hizo el de Del Bosque? Las credenciales de algunos de sus hombres ponen en tela de juicio que así sea.

Se criticó entonces que existiese doble pivote. Se hablaba de estorbo entre Sergio Busquets y Xabi Alonso. ¿Qué no ha de hacerse en una Argentina que va de cinco en cinco? Siquiera un cambio en la media parece necesario para buscar una mejor plasmación de la idea.

Varios periodistas españoles y sudamericanos priorizaban la claridad de ésta sobre el cambio de dibujo o de jugadores en el once. Ello se debe, quizá, a esa desaparición de Leo Messi de la posición de ‘9’ y al recuerdo maradoniano de su posición en la segunda mitad.

No valen excusas ni el recuerdo de equipos con trayectorias con un inicio similar. Si Sergio Batista quiere apostar por el estilo de juego que proclama, ha de reconocer la incapacidad de varios de sus hombres para llevarlo a cabo.

Volviendo a la idea inicial, a la 4-3-3 de partida, es factible mantenerla si la zona trasera del equipo da dos pasos adelante. Si las líneas se unen desde la defensa, Gaby Milito encontrará más fácilmente un compañero con el que combinar.

Uno de los volantes estáticos ha de pasar a ser dinámico, a ser la primera línea de pase del ‘5’. El otro, directamente ha de desaparecer. Es crucial, para que el modelo triunfe, que en la media existan varios perfiles de centrocampistas. Incluso en la zaga es recomendable que así sea, quizá con Mascherano actuando en el lugar de Burdisso.

La entrada de Javier Pastore restará responsabilidad a Messi a la hora de llevar posiciones de ataque. Podrá jugar con libertad, pero no con la libertad fingida del que aparece por todos lados. Con su libertad habitual. La que, en palabras de Guardiola, “le hace sentir cómodo”.

Dos permutas, incluso una, pueden ser suficientes. Si se apuesta por adelantar la línea defensiva y por el show de Pastore y se renuncia al “tricinquismo”, Argentina tendrá mucho camino andado.

Cuestión de proyectos

A falta de la pertinente firma de su nuevo contrato con el Chelsea de Roman Abramovich y en contra de los esperado, André Villas-Boas no afrontará el reto de competir con su gran Porto en la máxima competición europea la próxima temporada.

Parecía que así sería, después de que rechazase ocupar el banquillo del Inter de Milán. Sin embargo, será Vítor Pereira quien afronte el reto de dar continuidad a un proyecto que ha sido descabezado y que podría también ser desmembrado.

Difícil reto para un entrenador de 42 años cuyas únicas experiencias como primer espada en un banquillo han sido en modestísimos equipos de la segunda y la tercera categoría del fútbol portugués.

En la última de ellas estuvo cerca de devolver al Clube Desportivo Santa Clara a la 1ª Liga siete años después de su última participación en la máxima competición lusa. De ahí lo reclutó como técnico ayudante Villas-Boas para sus dragões tras su paso por Coimbra.

A pesar de su escaso bagaje como técnico, nulo en un banquillo de la exigencia del portista, juega con la ventaja de que tampoco su predecesor conocía el fragor de la batalla, y sin embargo superó cualquier tipo de expectativa con el póker de títulos.

Apenas conocida la marcha de André Villas-Boas, Pereira fue confirmado como encargado de evitar una transición, quizá traumática, como la que podría haber implicado el firmar a otro técnico de diferentes métodos.

Si bien el hecho de haber trabajado junto a Villas-Boas no asegura que el nuevo técnico principal vaya a continuar con el mismo patrón de juego, menos probable parece que así fuese a ser con la contratación de Rui Faria.

El segundo de José Mourinho ha sido apuntado por diversos medios como alternativa o incluso como primera opción desde el momento en que se hicieron fuertes los rumores del cambio de técnico en Do Dragão.

Conocedor de la plantilla y la estructura, el perfil de Vítor Pereira parece más proclive a seguir con el juego de toque instaurado que alguien que bebe de unas fuentes más directas e intervencionistas como es Faria.

Ciertamente, lo lógico en estos casos es destacar los valores de la entidad por encima de la personalización de los éxitos, pero de que el ex de Santa Clara haya hecho especial hincapié en la importancia del actual bloque a la hora de alcanzar éxitos por encima de la persona invita a pensar que su contratación responde a un afán continuista.

Por más que Pinto Da Costa sea un durísimo negociador, el gran problema con el que Pereira puede encontrarse es la posibilidad de desmantelamiento del equipo por parte del futuro entrenador ‘blue’.

La columna vertebral del equipo, formada por Rolando, Fernando, Hulk y Falcao, suscitaba muchas miras después de su excelsa temporada. Del Chelsea se hablaba incluso cuando Hiddink era el favorito para el banquillo londinense.

Confirmado el pago de la cláusula de rescisión de su ya ex entrenador, Freddy Guarín, João Moutinho y los cuatro citados entran en las quinielas de muchos para la regeneración que Roman Abramovich acometerá este verano.

Ésta comenzó ya en el pasado mercado invernal con los fichajes de dos jugadores de la calidad de David Luiz y Fernando Torres, hombres que a corto plazo deben convertirse en piezas clave en el equipo.

El central brasileño lo hizo ya en el tramo final de la temporada, en el que no le pesaron ni el cambio de campeonato ni de registro competitivo. Hizo varios tantos y se confirmó como uno de los mejores del mundo en su puesto.

John Terry lo ha sido. Por su jerarquía sobre el césped, para muchos todavía lo es. Sin embargo, podría perder parte de ese peso si Villas-Boas entendiese el fichaje de Rolando como prioridad y éste llegase.

Puede no parecerlo por la presencia del gran capitán, pero lo cierto es que es uno de los hombres en los que más se ha apoyado el técnico luso en la temporada finalizada. Con David Luiz formaría, quizá, la mejor pareja del mundo.

El brasileño aportaría una salida depurada de balón, incorporación desde atrás y mucho peligro a balón parado, algo que podría ofrecer también el portugués de origen caboverdiano, más veloz en el corte y expeditivo.

Caso similar al de John Terry podría ser el de Michael Essien en caso de que la cúpula deportiva decida apostar por el brasileño Fernando para competir por la posición de pivote defensivo.

Como el que fuera jugador de Os Belenenses, Fernando era uno de los favoritos para salir días atrás. En el punto de mira del Málaga, Olympique Lyonnais pretendía negociar por él. Él era receptivo a esa opción, pero ahora podría darse un cambio de planes.

No obstante, apuntan más bien los medios lusos hacia el interés de Villas-Boas por llevarse consigo a João Moutinho, jugador que llegó con él a Porto procedente del Sporting CP y que después de varios años oscuros volvió a mostrar un gran nivel.

Aunque no es el portista con más nombre, la elección responde a la necesidad de contratar un ‘6’, ese organizador silencioso que duerme el balón y lo esconde del rival hasta que encuentra la mejor opción de ruptura de la línea frontal.

Las cualidades del incipiente Josh McEachran hacen pensar que el juvenil podría cumplir ese rol después de irrumpir con fuerza en los minutos que le brindó Carlo Ancelotti, aunque su juventud aconseja pocas prisas.

El adolecer de este perfil organizador ha sido una de las claves del fracaso del Chelsea a lo largo de la temporada finalizada, no tanto por el perfil en sí mismo como por el hecho de que en el pasillo contrario no hubiese regularidad.

En esa zona del ‘8’ seguirá apareciendo Frank Lampard, a menos que el rumor sea verdaderamente antesala de la noticia en lo que atañe al croata Luka Modric, quien podría cambiar el norte de Londres por el oeste.

A pesar de que su nombre está siendo más bien ligado al puesto de organizador, el balcánico es el perfecto enlace entre líneas, un hombre tan capaz de crear y dar pausa como de correr y batir la línea rival llegando desde posiciones atrasadas.

Más que un Xavi o un Moutinho, perfiles inexistentes en los últimos éxitos del Chelsea, Modric sería para Villas-Boas lo que Iniesta para Guardiola o lo que el colombiano Freddy Guarín en el Porto del póker.

El ex de Boca Juniors y Rennes es otro hombre que podría encajar perfectamente en la regeneración ‘blue’, aunque pensar en un trasvase de tales envergaduras entre Porto y Londres es demasiado descabellado.

Pinto Da Costa tiende a vender caro, pero a hacerlo, al fin y al cabo. No obstante, igual que tiene fama de duro negociador ha de señalarse también su mentalidad ganadora, por la cual es difícil proyectar un mercado estival con más de dos o tres ventas a menos que los interesados abonen las pertinentes cláusulas.

En una escala de fichajes prioritarios procedentes de Portugal podríamos encontrarnos con el Hulk por encima de cualquiera de todos los anteriormente citados, pues es, quizá, el perfil más difícil de encontrar.

Extremo con capacidad para jugar en cualquiera de los dos costados, suele hacerlo por el derecho, el natural. Su velocidad y fortaleza física encuentran sólo parangón en el panorama internacional en Cristiano Ronaldo.

Sin embargo, pese a que estas cualidades son las que se tienden a destacar, ‘el increíble’ Hulk es mucho más. Ve puerta con suma facilidad y es, con Guarín, el jugador con mayor habilidad técnica de su equipo.

La presencia de Fernando Torres invita a pensar en que el fichaje de Radamel Falcao es menos necesario de lo que algunos medios lusos y británicos apuntan. Si Villas-Boas se decanta por jugar con una 4-3-3, un jugador como Neymar o Kun parece más necesario.

Cualquiera de los dos podría ser la otra punta de lanza lateral, mientras que hacerse con Falcao obligaría al ‘Niño’ a alejarse del área y partir quizá desde la izquierda, pues es seguro que Radamel sería el nueve puro.

A priori, si tuviésemos que elaborar una lista de prioridades con los portistas citados, en atención a las necesidades del Chelsea, en primer lugar no encontraríamos a Hulk, seguido de Moutinho/Guarín, Falcao, Fernando y Rolando.

Los tres últimos han formado parte de la columbra vertebral de Oporto en la temporada finalizada, pero jugadores como Torres, Essien o Terry relegan la posibilidad de acometer su fichaje a un segundo plano.

En el primero aparecen Hulk, un jugador que vendría a sustituir al marfileño Drogba; y Guarín y Moutinho a la par, como signo de la necesidad de firmar un organizador o un llegador en función de qué llegue de otros clubes y de los planes de Villas-Boas con respecto a McEachran y Lampard.

Por el afán continuista antes citado en el caso portista y por el enorme desembolso que supondría firmar a seis jugadores de un mismo equipo de una tacada, el trasvase podría reducirse a dos o tres de los nombrados.

Lo que parece claro es que, después de varios años de menor inversión, Roman Abramovich pretende devolver a su equipo al primer escalafón del fútbol europeo. Así lo indican las firmas millonarias de David Luiz, Fernando Torres y Villas-Boas, y también las que están por llegar.

Después de no lograr hacerse con la Champions League con ninguno de los proyectos precedentes, volverá a tirar de talonario para intentar hacerlo con la versión 2.0 de José Mourinho.

En la comparación entre portugueses ha de hablarse en término evolutivos, no comparativos, pues si bien ambos han trabajado juntos y tienen en común el ser dos de los máximos exponentes de la periodización táctica, son diversas las diferencias entre uno y otro.

Tal y como ha manifestado el nuevo manager londinense en varias ocasiones, él está más próximo en determinados aspectos a Bobby Robson, maestro de los dos, que al propio José Mourinho.

Da mayor importancia al cocinado de la jugada que el técnico madridista y se apoya más en su equipo de lo que lo hace Mou, amigo del trabajo específico pero más personalista en la globalidad de una sesión preparatoria.

A nivel de vestuario es un hombre más cercano, próximo incluso a la autogestión. Prueba de ello es la vital importancia de Helton o Hulk como capitanes de la plantilla; frente al protagonismo de Mourinho en las crisis por encima de los suyos.

No es cierto, pues, que André Villas-Boas sea el nuevo Mourinho, a menos que esto se entienda en términos de sorprendente irrupción en los banquillos y de trayectoria, bastante pareja aunque más fugaz la del portuense.

No cabe duda de que en los años que han trabajado juntos André habrá aprendido de José, pero ello no es óbice para obviar unas diferencias que pueden continuar si el Chelsea deja de representar el fútbol directo y de músculo a partir de agosto.

Entonces, Porto deberá haber superado ya el golpe que supone perder a un técnico por el que todos apostaban como continuador del trabajo iniciado en la próxima edición de la Champions League.

A pesar del cambio en el banquillo, se han sentado las bases para un proyecto de larga duración en el que la exigencia será mayor cuanto mayor sea la capacidad de Pinto Da Costa para retener a las estrellas y de Pereira para empatizar con ellas.

Una de las mayores razones por las que se debe creer en el proyecto, pese a la salida de su cabeza pensante, es la juventud de la práctica totalidad de su once de gala, extrapolable incluso a los jugadores que suelen ser utilizados de refresco.

Choca, por este motivo y por su propia juventud, que André Villas-Boas no haya apostado por ser ambicioso en su propia casa, en el club del que es seguidor. El tren cogido es el primero de muchos que se le presentarán, igual de ambicioso que el nuevo y con unas bases ya sentadas.

Sin el estratega al mando son mayores las reservas suscitadas sobre cómo reaccionará el equipo en la Supercopa de Europa y próxima Champions League, máxime si alguno de los teóricos titulares sale.

Incluso en la competición local se pueden presentar nuevas oportunidades para Benfica y Sporting CP, dos equipos que se están moviendo en el mercado con celeridad y aparente acierto.

Ni tan siquiera un mayor salario parece motivo suficiente para la salida de André Villas-Boas en dirección a Londres. Dentro de sí, es de suponer que los habrá. Si no había dudas de que en Portugal lucharía desde ya por la Champions, menos las hay de que lo hará en Inglaterra.

Porto, en cualquier caso, debe lamerse pronto sus heridas. Y si salen los Falcao, Hulk o Fernando, reinvertir las cantidades obtenidas por sus pases en hombres que puedan ofrecer un rendimiento aproximado a corto plazo. Igual que Villas-Boas, ellos también merecen luchar por lo más alto.